madrid

tuve un blog. Y lo abandoné. Sin explicaciones. Mis explicaciones suelen resultar poco razonables, y en absoluto lógicas. Pensando ahora en ello, al cabo del tiempo, me esfuerzo sinceramente en anotar razones y excusas, sin demasiado éxito. Las escribo, las releo, y una vez más no tienen sentido. Bueno, yo soy así, y a veces pasa.

por algún motivo que tampoco soy capaz de explicar, me volvió esta manía insensata de estar aquí. Hoy me he asomado a los viejos tejados, están desiertos. Quien tenga gatas ya sabe como de caprichosas y volubles son ―ningún reproche, es su naturaleza y su encanto―, y las amigas del blog, salvo honorables excepciones, parece que se cansaron de esperar, lo que también es lógico y respetable. De modo que una vez más me encuentro sola en estos tejados y, junto a la inevitable sensación de melancolía, me inunda cierta emoción de aventura, como cuando una se baja del tren en una ciudad nueva, con el propósito ―quizá inocente― de inventarse de nuevo, dejando atrás dolores y errores.

te lo ruego, si por alguna casualidad lees estas líneas, no me digas que los dolores se llevan y los errores se repiten. Sencillamente, no quiero oírlo.

ronronea: big cat