viernes, 4 de enero de 2008

anatomía del bibliófilo



se puede frecuentar asiduamente, a lo largo de toda una vida, las librerías sin llegar a darse cuenta de la existencia de una red de negocios, paralela y secreta, reservada al disfrute de una clientela escogida, de gustos oscuros, que ―cual si se tratara de una de las subclases de Fourier― no se interesa más que en un tipo de objetos (de libros) muy concreto. Estas librerías están especializadas en el comercio con lo que está fuera del comercio, con lo raro y lo original; ocurre con frecuencia que libros publicados en tales condiciones para la mencionada red, no crucen nunca la frontera, y queden aislados en esta tierra silenciosa.

estos negocios se distinguen por algunos rasgos invariables: los escaparates quedan enmascarados, a ciertas horas del día, por un celofán coloreado ―de color azafrán―, o veladas por un estor echado; habitualmente se ve en ellos poca gente, y tienen una atmósfera acogedora (protegida, cabe suponer, por el alto precio que alcanzan sus productos), que en los menos agradables linda con lo polvoriento. Allí pueden verse todavía mostradores o escritorios de madera, muchas veces en roble claro, pero también en una madera mate y sin gracia alguna; alfombras y moquetas, y en ocasiones parqués.

las librerías sirven de expresión ―o de puesto avanzado, de bastión visible― a una construcción mucho más importante, y que suele quedar oculta; esconden un gusto, una cultura e incluso una literatura absolutamente singulares. El bibliófilo cuenta con su léxico (¿quién sabe qué es una reencuadernación, un encartonado, un ejemplar con errata, una badana, un volumen en blanco?) y su onomástica (un Grolier, un Elzévir, un Didot, un Junte, un Alde..); tiene su ética, que recuerda ―previsiblemente― a la del cortesano, con sus exigencias de buena cara («después de hacer los ejercicios con los que te voy a entretener», se lee en una obra de introducción, «deberás todavía acorazarte el alma de una triple armadura, y prepararte para las sorpresas, agradables o no. Esfuérzate en mantenerte frío, impasible, imperturbable tanto en caso de que descubras una perla rara como si sufres un desengaño. Es sobre todo en este segundo supuesto cuando habrás de echar mano de tu filosofía»).

(Patrick Mauriès)

ronronea: claudia

5 maullidos:

Anónimo dijo...

Uis!!!!!!! Si hasta los ratones de biblioteca han desaparecido... ;)

No hay nadie en la biblioteca???

Besos entre turrón y turrón

Anónimo dijo...

hola atis;
las ratas de biblioteca son unos seres fascinantes.. se alimentan de papel durante años hasta que un día, repentinamente, descubren que el papel también las estuvo consumiendo a ellas, y que son protagonistas de alguna historia secreta que otra rata está leyendo..

besos,

Anónimo dijo...

Mmmmmmmmm... si si muy fascinantes, la próxima vez que cace a una se lo preguntaré...

Besitos

Anónimo dijo...

a la que te descuides, te cazará ella a tí..

Anónimo dijo...

buenas fotos.. gracias por dejar la URL