San Borondón‏

una tierra que lucha en medio de un bravo océano. Solitaria existencia sin otro horizonte que el azul intenso. Una idea perturba su pensamiento mientras el Guanarteme avanza hacia la costa norte de su reino. No puede apartar de su mente la oscura imagen de una orilla más allá de esa línea infinita entre el agua y el cielo, que surge y desaparece como un espejismo a la voluntad de espíritus que habitan ese mágico lugar.

Cuando los rayos de sol ya agonizan, aparece entre la tenue niebla la silueta que sus ojos buscaban. Anunciando que no está solo en el peculiar universo que vive, además indica la proximidad de otras vidas, otros sueños, inquietudes, deseos.. según pasan los minutos la bruma se hace más compacta y desdibuja el perfil costero.

Entusiasmado regresa a su corte donde nobles, guerrero y schammanes, tras horas de discusión, deciden darle el nombre de Isla de San Borondón, y que al romper el alba un grupo de exploradores partirán hacia ese lugar, regresando al cabo de una luna para informar y preparar nuevas incursiones.

La espera se hace insufrible, el mar muestra su cara más violenta provocando olas de seis metros. Llega el período de regreso, pero la embarcación no se divisa en el horizonte. Pasan dos, tres lunas y no llegan noticias de sus hombres. Se crean grupos de salvamento que buscan los cuerpos, pero el mar ha cobrado su precio usando a sus monstruos marinos para cegar la vida de inocentes por la osadía de un hombre.

Tras este duro golpe, no se volvió a mandar embarcaciones en busca de la isla, naciendo así la leyenda que aún nos acompaña.

ronronea: atis