jueves, 10 de enero de 2013

por el viejo Madrid




Recordaba una noche toledana pasada por estoques, pólvora, fogonazos y estertores de agonía. El suelo apestaba a sangre y tripas esparcidas y más de un fulano retorciéndose en el suelo sin tiempo a rezar un avemaría antes de morir asfixiado por su propia sangre. Donde el importe de la bolsa a ganar era inferior al de la perra vida. Aunque en aquel patio también se mezclaba la suya. Un movimiento algo menos preciso, un coleto que no protegió lo que debía, un golpe de suerte para su contrario, por alguno de aquellos motivos o quizás por todos había notado una punzada y luego el calor de ese líquido rojo que afloraba de su camisa. Consiguió deshacerse de su enemigo y se alejó entre las sombras del lugar, sabiéndose mal herido y dejando a sus compañeros a su suerte en aquella encerrona, que alguno por diversión había organizado para saldar alguna cuenta que los peones que vivirían o morirían aquella noche nunca sospecharían.

Sentía que las fuerzas le fallaban, la herida quemaba y no dejaba de escupir sangre, además sus movimientos aún eran más torpes porque andaba cojo, ya que en las últimas estocadas antes de deshacerse de su oponente éste último había vuelto a hacer diana y había rasgado la piel en alguna parte de su muslo derecho. Le faltaba el aire y su piel estaba perlada por sudor frío. Su visión era borrosa y no sabía cuanto tiempo estaría consciente.

Siempre pensó que moriría en tierra hereje, a las órdenes del rey, formando parte de algún viejo tercio, abatidos uno a uno, sobre el fango por bárbaros holandeses, sin antes haber mandado a más de media docena de herejes por español al otro barrio. Pero se encontraba en un catre maloliente de alguna pensión de Madrid donde quizás nadie recordara su existencia. En parte bueno por aquél que lo había llevado a ese estado, ya que quizás pensara que estaba muerto igual que la sensación que le embargaba. Tenía una herida profunda en el pecho que le dolía al respirar, cortes por todo el cuerpo y un tajo en la cara interna del muslo algo más profundo. Intentó incorporarse, pero el dolor se lo impidió. Las vendas aunque sucias estaban puestas con esmero. Las levantó para ver el estado de la herida y vio que estaba cosida y no parecía infectada. Dibujó una sonrisa amarga, quizás de aquello no moriría.

Quien lo había dejado allí, colocó una jarra de agua y una hogaza de pan sobre una mesilla desvencijada. No quería que pasara hambre si despertaba, pero no podía llegar hasta allí por lo que esperaría en duermevela que llegara. No sabría decir cuanto tiempo había pasado hasta que se abrió la puerta. La sorpresa fue grata cuando comprobó que era su habitual posadera. Portaba en las manos una cesta con sábanas, vendas limpias y algo de comida.

Mientras ella con una sonrisa en los labios le daba cucharadas de sopa, observaba aquellos penetrantes ojos que tanto expresaban aunque sus labios permanecieran sellados, sus senos turgentes, que desprendía esa calidez de hembra dispuesta, deseaba poseerla como tantas otras veces aunque esta vez no se pudiera ni mantener en pie. No necesitaba vino para someterla, hembra esbelta y arrogante donde las haya. Ansiaba sentir su sexo desnudo próximo a su cuerpo, su calor, su humedad… pero un golpe de tos interrumpió su pensamiento y volvió a la realidad con ese dolor punzante oprimiendo su pulmón. Al acabar de toser se sentía extenuado y se volvió a recostar en el catre. Ella comenzó a retirarle las vendas con delicadeza, luego los pantalones. Lo miraba divertida mientras le pasaba la esponja sobre la piel. Él se sentía algo avergonzado, nunca lo había visto en aquel estado tan precario. Cuando llegó a su miembro lo lavó con gran delicadeza, el mantenía los ojos cerrados mientras se dejaba hacer, pero empezó a sentir una sensación reconocible. Dejó la esponja de lado mientras le acariciaba con suavidad y comenzaba a besar y lamer. Su cuerpo reaccionaba poco a poco, poniendo erecto su miembro. Intentó incorporarse, pero ella con un suave gesto lo volvió a tumbar. Seguía jugando con su boca y sus manos, mientras se deshacía del vestido que cubría su cuerpo. Se dispuso a montarlo con suavidad, como quien lo hace con un jamelgo viejo y cansado, pero acostumbrada a su comportamiento. Sus pechos se movían al compás de sus caderas, su piel se perlaba por el esfuerzo, mientras incrementaba el ritmo. Sentía el calor y la humedad del sexo en su interior, su respiración se entrecortaba, mientras la amazona tomaba el placer que deseaba. No pudo contener un gemido de placer al llegar al orgasmo. Sintió como ella se derramaba sobre su piel. Al acabar, lo observó satisfecha. Terminó el aseo, se volvió a vestir y con un beso en los labios se despidió hasta dentro de unas horas.


ronronea: atis

15 maullidos:

TORO SALVAJE dijo...

Ejemplo de esta mujer deberían tomar todas las enfermeras.
Eso si que es cuidar bien a un paciente.
Espero que en el futuro en todos los hospitales del país se trate a los enfermos de igual manera.

Besos.

Lucía_lamiradadeluci dijo...

¡Me ha encantado la historia! Felicidades, atis, por esta buena prosa y por describir el último acto de una manera tan extraordinaria (entendiendo esta palabra de dos formas: fuera de lo ordinario y maravillosa).
Un besote

Unknown dijo...

Buena forma de curar...
Besos.

DRACO dijo...

nada como darle al enfermo un buen motivo para seguir viviendo.
he disfrutado de cada línea.
saludos

natsnoC dijo...

Hola, atis, cuánto tiempo si leer un relato tuyo. No podía faltar el toque picante del final.

Me encanta, no acabo de intuir cuál puede ser tu influencia ;)

UTLA dijo...

Hola,

Ando un poco perdido... ¿ quien es atis ? Yo solo conozco a maslama... :-O

En todo caso, es un relato que me ha gustado. Imagino inspirado en "Alatriste" de Perez-Reverte, que sino intencionadamente, lo recuerda completamente.

Con ese toquecillo sensual de este apartado lugar de las gatas. ;->

Un abrazo, maslama, atis o...

atis dijo...

Hola torito,

con las retalladas en nuestros hospitales públicos no lo encontrarás y en la privada puede, pero creo que sería mucha coincidencia que tu enfermera fuera tu amante previa ;)

Besos

atis dijo...

Hola Lucía,

Gracias guapa, la finalidad es siempre dejar ese sabor de boca extraordinario.

Besitos y acero

atis dijo...

Hola Sigmun,

No sabes cuanto!!!! y más si lo has llegado a disfrutar en tus carnes.

Besos entre sábanas

atis dijo...

Hola Draco,

Nuestro personaje sobrevivirá, pero mejor acompañado ;)

Un abrazo entre estocadas

atis dijo...

Hola Natsnoc,

Crear este tipo de relatos es complicado, por ellos es tan complicado que se publiquen. Además de temas de incentivos y que maslama me persiga por toda la gatera diciendo: atisssssssss hace días que no escribes... así que esta artista está sometida a mucha presión...

Mi influencia... muchos libros de capa y espada esparcidas por la gatera, una gran imaginación y unas gotitas de alatriste, solo unas gotitas ya que nuestro señor reverte no sabe describir el sexo, ya que sólo lo ha hecho una vez en su último libro y me dejó tirando a frío cosa mala cuando hablamos de estos temas.

Espero poder complacerte en breve con otra aventura de algún personaje por el viejo Madrid.

Besos de capa y espada

atis dijo...

Hola Utla,

Veo que eres nuevo lector y poco instruído en la leyenda de las gatas.

Somos 13 gatas cada una escribe de una cosa y maslama nos coordina y modera el blog.

Yo atis, soy de las más jóvenes y escribo tem as que van más allá del deseo, coches, armas, leyendas y relatos eróticos entre otras cosas. Si pinchas sobre los nombres de las gatas saldrán todos los relatos de cada una.

Un abrazo

atis dijo...

Queridos lectores masculinos, recordad un miembro no sólo lo tiene y lo utiliza un hombre jajajaja (no hablo de trans)

Besitos antes de entrar

maslama dijo...

SBP, una pequeña puntualización, para que no resulte demasiado desconcertante: en efecto ha habido hasta trece perfiles activos en el blog, pero en estos momentos sólo hay cinco escribiendo: big cat (la moderadora), claudia, levina, naia y atis, que aunque no se prodiga demasiado ya ves que tiene un carácter fuerte y mucha imaginación :))

Mascab dijo...

Dispongo de tan poco tiempo que se me había pasado este relato...gracias a Javisignum que lo he podido disfrutar.

Atis, tu narrativa me recuerda (sin intención de comparar, puesto que este relato me gusta mucho más); algún que otro capitán de ala triste...y no al primero de su saga, si no tal vez, al más mordáz; aunque al protagonista no le encuentro plenamente masculino...¿será por la convalecencia?

ronroneos de placer para toda la gatera!!
(en esta ocasión..."placer" es una palabra de doble intención)