corre el año 1628. El rey Felipe IV de España nombra virrey de la entonces provincia del Perú a don Luis Jerónimo Fernández Cabrera Bobadilla y Mendoza, conde de Chinchón. Se trataba de un puesto importante, pues en dicha provincia se ubicaban las famosas minas de Potosí, una de las principales fuentes de riqueza de la Corona española. Lo que don Luis no sabía es que, además de plata, Perú proporcionaría otra riqueza inconmensurable, el árbol de la quina, de tal impacto económico en la época que hasta hoy aparece representado en el escudo de la actual República peruana.
tras casarse, el conde de Chinchón y su flamante esposa, doña Francisca de Rivera y Enríquez, se hicieron a la mar, y después de una larga travesía desembarcaron solemnemente en Lima. Al cabo de un tiempo la condesa enfermó, aquejada de escalofríos y fiebres intensas. El anciano médico de cabecera, don Juan de la Vega, dictaminó fiebres tercianas, es decir, malaria. Las friegas y tratamientos al uso no hicieron efecto, tampoco las rogativas que mandó decir el señor conde, doña Francisca languidecía a ojos vista. Un buen día entró corriendo un muchacho indígena con un paquetito y una nota del magistrado de Loja (en el actual Ecuador). En ella el magistrado informaba al virrey que lo que le enviaba era corteza del árbol quinaquina. En su región dicha corteza pulverizada tenía fama de curar las fiebres y él mismo lo había experimentado tiempo atrás. Concluía que su sabor amargo se podía esconder con vino fuerte y que esperaba curara a la señora virreina. El conde llamó a consulta a De la Vega. El médico, con prudente criterio, afirmó que desconocía el producto, pero opinaba que el saber popular era a veces el más acertado y que poco tenía que perder, ya que la señora condesa se encontraba a las puertas de la muerte. Entonces don Luis administró la medicina a su esposa bajo su propia responsabilidad, y doña Francisca se repuso de las fiebres.
asustada por la experiencia, la condesa embarcó hacia la península con un cargamento de corteza de quina a bordo. Por desgracia la condesa falleció en el camino. A pesar de tan amargo incidente el cargamento llegó finalmente a Sevilla, donde se vendió más caro que el oro, pues por aquel entonces la malaria azotaba de forma endémica toda Europa. Lo mismo ocurrió con cargamentos sucesivos. La quina daba tanto provecho económico como la plata, pero era más fácil de recoger; simplemente había que descortezar unos árboles que crecían solos. El primer nombre que recibió fue el muy sugerente de «polvos de la condesa». A causa de los distribuidores también fue conocido con el aún más equívoco nombre de «polvos de los jesuitas». De Sevilla, gracias a la Compañía de Jesús, se extendió por toda la península, Italia, Francia, Países Bajos.. salvó al joven rey Luis XIV de Francia, a los oficiales del papa, a los nobles de Londres, aunque eso sí, cada uno de estos tratamientos costó su peso en oro.
el resto de la historia:
ladrones de guante verde (1 de 2)
ladrones de guante verde (2 de 2)
ronronea: claudia
PARTICIPACIÓN DE BODA
Hace 8 horas
15 maullidos:
interesantes polvos aunque yo estaba pensando en otro tipo de "polvo" pero viniendo de claudia esperaba sólo una alusión irónico como ha sido el caso.
el árbol de la quina, como otros tantos productos naturales que hoy en día conforman los medicamentos, eso para los naturistas que no olviden que lo que se vende en la farmacia también son hierbas, hongos y contezas tratados.
pd: baby shumi champion world!!!!
champion world!!!! parezco un span jajajaj
world champion!
Otra cosa más que he aprendido.
Os voy a tener que erigir una estatua.
Besos.
Y yo que también había esbozado una sonrisa pícara al leer el título jijijijijij
Muy interesante la historia.
Un besote
Mira a la Lucía siempre pensando en lo mismo... jejeje. Qué valiosos esos polvos y que gran entrada.
Besos.
Mi abuelo siempre decía: "es más malo que la quina..." supongo entonces que sería por el sabor...
Me encantan estas historias curiosas.
Muy interesante!
;)
muchos productos nuevos aportó américa al resto del mundo y se siguen aprovechando hasta el día de hoy.
un beso.
Ja, ja. Esos polvos y aquellos lodos... la verdad es que la quina me trae recuerdos infantiles de aquella bebida llamada Quina San Clemente que anunciaba el muñeco Quinito. Maullidos. Borgo.
Ni con las rogativas que mandó decir el señor conde... por suerte se dejaron llevar por el saber popular... una maravillosa serendipia :D
¡¡¡genial la entrada!!!
Hola maslama,
Pues por el título esperaba encontrarme otra clase de relato... espero que no haya utilizado publicidad engañosa para acrecentar visitantes... ja ja ja.
Por suerte (o desgracia) no ha sido así ;-=... y sin embargo he encontrando esta curiosa anécdota histórica sobre la quina.
También es mala suerte la de la condesa, aunque quizás tendria que haber esperado para embarcarse por mar, algo no muy recomendable si acaba de salir de una enfermedad que la acercó tantisimo a la muerte.
Por cierto, una curiosidad filosófica ¿ maslama = claudia ? ;->
Un fuerte ronroneo, nos blogueamos.
atis, ¡hay tanta tontería y conspiranoia en torno a la industria farmacéutica! como todas las industrias tendrá sus luces y sus sombras, pero a fin de cuentas ha contribuido a mejorar la calidad y la esperanza de vida de millones de personas. Me irrita especialmente la polémica en torno a la experimentación con animales. ¿Qué pretenden ciertos ecologistas, que se prueben los nuevos fármacos con personas?
by the way, a ver si te estiras y envías algo, que ya echamos de menos tus historias y tus gamberradas
Toro, ¿y qué vamos a hacer las gatas con una estatua? ¡mejor envíanos salmón con gambas! :P
jejeje Lucía, como bien señala atis era de esperar una segunda lectura, yo nunca me referiría a la vida íntima de la señora condesa de una manera tan vulgar
Javi, no es la primera vez que Lucía se muestra juguetona y con un buen sentido del humor, la verdad es que parecéis una pareja interesante :)
Pulgacroft, no estoy segura si la expresión «ser más malx que la quina» proviene efectivamente del sabor de la corteza de la quina (que al parecer sí resultaba bastante desagradable) o de un vino llamado Quina Santa Catalina (o también Quina San Clemente), al parecer extremadamente dulce, que se daba a lxs niñxs que comían mal hacia los años 40 y 50, porque se suponía que les abría el apetito
Draco, tienes muchísima razón, los cientos de productos nuevos (literalmente) traídos de América cambiaron radicalmente la sociedad europea, sus costumbres, sus hábitos alimentarios, su salud. De hecho, concretamente sobre este país existe hasta hoy una expresión popular, «vale un Perú», que hace referencia a su enorme riqueza natural y cultural
Miquel, hoy día más de unx pondría el grito en el cielo con eso de dar vino a los niños, pero l o cierto es que tradicionalmente se hacía, por motivos terapéuticos o en ocasiones especiales, en especial en las festividades y celebraciones, sin mayor trascendencia
Kate, y aún habrá quien diga que no se trató de una serendipia, que su dios respondió a las plegarias, pero de ser así vaya broma pesada del de ahí arriba, salvarla para dejarla morir poco después
jajaja SBP, ¿publicidad engañosa? ¿quieres decir que si a partir de ahora me dedico a hablar de sexo a saco voy a tener un montón de visitantes? ¡no podía ni imaginarlo! :))
con respecto a la señora condesa, supongo que en aquellos tiempos todavía no se sabía que el uso terapéutico de la quina, si bien en efecto es eficaz contra la malaria, puede producir un síndrome llamado cinchonismo, e incluso en algunos casos raros puede resultar mortal, provocando un edema pulmonar agudo y fulminante
by the way, maslama=a sí misma, lo mismo que claudia. Sólo es un juego que viene de antiguo
Ah pues también podría ser...
;)
:)
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