Ocno Bianor vivió maravillosas aventuras durante su piadoso viaje: pasó los Alpes en invierno y durmió durante tres días y tres noches en una cueva, abrazado a un oso feroz que le dio calor con su cuerpo; un jabalí le guió mansamente hasta un valle donde encontró frutas para saciar su hambre; un cuervo le avisó que unos sanguinarios bandidos le esperaban para matarle. Durante más de diez años vagó cruzando ríos y montañas, se detuvo en aldeas donde enseñó a las tribus salvajes a fundir el hierro para hacer arados, observó el curso de los vientos y las nubes para predecir las cosechas y, guiado por las estrellas, llegó por fin a un lugar donde se le manifestó nuevamente el dios Apolo.
―Tu peregrinación ha terminado ―le dijo el dios, que ya no llevaba en la mano el arco con que disparaba sus flechas contra los espíritus de la peste.
―¿Puedo entonces regresar a mi ciudad de Mantua?
―Tu ciudad ya no es tu ciudad. Tu madre ha muerto hace ya tiempo, y tu reino ha sido ocupado por los romanos. Pero la felicidad de tu pueblo está asegurada por los dioses.
―Entonces, ¿qué debo hacer?
―Fundar aquí una nueva ciudad, poblarla y ofrecerla a los dioses.
―¿Y cómo podré hacer para que esta ciudad sea también feliz?
―Para que tu nueva ciudad sea feliz habrás de ofrecerle tu vida. Solamente cuando tú hayas muerto se habrá asegurado la pervivencia de tu ciudad por tantos siglos como vivan los mismos dioses.
Al despertar de su sueño Ocno Bianor miró a su alrededor, viendo un paisaje hermoso y apacible, con abundancia de agua y vegetación, de encinas y madroños. Diseminados por los montes circundantes había pequeños grupos de chozas habitadas por gente de condición amable, que se ocupaba en el pastoreo. Ocno Bianor habló así con el jefe de los ancianos:
―¿Quiénes sois, de dónde venís y cómo habéis llegado aquí?
―Nuestro pueblo es la raza de los carpetanos, y procedemos del Oriente. Nos llamamos carpetanos, que significa «los sin ciudad». Nuestros antepasados vinieron hace largo tiempo y se establecieron en esta península, donde construyeron grandes ciudades en la costa. Pero después llegaron otros pueblos y nosotros perdimos nuestra patria y nos refugiamos aquí, en el interior. Por eso nos llamamos «los sin ciudad».
―¿Y por qué no habéis fundado otra ciudad como la que perdisteis?
―Porque según nuestros sacerdotes, debemos esperar hasta que recibamos una señal de los dioses.
―Los dioses ya han decidido vuestra suerte ―replicó Ocno Bianor―. El dios más poderoso, el que dispara las flechas de su arco para ahuyentar a los espíritus de la peste, el hijo de Zeus y de Latona, el hermano de Diana, la que de noche guía la luna y durante el día caza en las florestas y en los bosques, me ha visitado ordenándome fundar aquí una ciudad para vosotros.
―¿Para nosotros o para ti? ―murmuró desconfiado el anciano.
―Para vosotros, porque el mismo dios Apolo me ha anunciado que yo no podré reinar en ella. El dios me ha dicho que si quiero que la ciudad pueda vivir feliz, habré de ofrecerle mi vida.
Aceptaron los ancianos la propuesta de Ocno Bianor, y en seguida llamaron a las tribus de carpetanos que estaban dispersas por toda la comarca, desde el río Tajo, llamado Tagus Aurifer porque llevaba en su corriente pepitas de oro, hasta las blancas sierras de Guadarrama; desde los altos de las navas hasta la llanura que se pierde por el Oriente. Poco a poco, valiéndose de adobes cocidos al sol, trazaron el recinto de la muralla. Y dentro del recinto construyeron sus casas, un palacio y un templo, tal como había sido las ciudades de sus antepasados. También hicieron algunas casas de piedra para los ancianos y sacerdotes.
el resto de la historia:
el origen mítico de Madrid (1 de 3)
el origen mítico de Madrid (3 de 3)
ronronea: claudia
MANICOMIO 251
Hace 1 hora
7 maullidos:
Esto se está poniendo muy interesante... (desdevaladilene corre a por las palomitas)...
Una preciosa leyenda amiga mía, con lo mística que soy. Gracias por tus palabras y amistad, adoro los gatos soy algo felina.
Besitos y pasa una hermosa semana.
desdevaladilene, ¿palomitas? ¿tú sabes lo que van a durar las palomitas en la gatera?
Rosana, gracias a ti. A las gatas nos encanta la poesía y las mujeres algo felinas :)
Bueno, considero menos arriesgado las palomitas que abrir una lata de ventresca...
¿ventresca? ¿alguien dijo ventresca? ¿dónde hay ventresca?
¡ves? ¡ves?
jajajajaja
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