cuando la ciudad estuvo terminada dispusiéronse a consagrarla a los dioses, pero entonces surgió la discordia, pues mientras los primeros que habían hablado con Ocno Bianor aceptaban al dios Apolo, del cual Ocno había sido mensajero, los llegados de la sierra querían mantenerse fieles al culto de los toros y los verracos de piedra. Para evitar la discordia, Ocno suplicó a Apolo que se manifestara y le iluminase con su sabiduría. Tras hacer oración se reclinó en el lecho y se quedó profundamente dormido. Entonces vino Apolo a su sueño y le dijo:
―La ciudad debe ser consagrada a la diosa Metragirta, llamada también Cibeles, que es la diosa de la Tierra, hija de Saturno, y que lleva un disco de oro en la mano, y a la que también se llama «la buena diosa».
Después añadió Apolo:
―Tu momento ha llegado. Si ahora ofreces tu vida, cesará la discordia y la ciudad se habrá salvado. Si no lo haces así, tus hombres se matarán unos a otros y la ciudad se perderá.
Cuando Ocno Bianor se despertó de su sueño reunió a los ancianos y les dijo:
―La voluntad de los dioses se ha manifestado durante mi sueño. ―Y les explicó cuanto le había dicho Apolo. Y añadió―: Ahora debo morir, y para ello habéis de abrir un profundo pozo en el que me sepultaré vivo. Cuando yo haya muerto tendréis la confirmación de cuanto os he dicho, y terminará pacíficamente vuestra discordia.
Cavaron entonces un profundo pozo y labraron una gigantesca piedra para taparlo. Cuando todo estuvo dispuesto, Ocno Bianor se purificó con abluciones, ciñó a su frente una corona de flores silvestres, que ató con una cinta, y tras abrazar a los ancianos descendió al fondo del oscuro pozo, que inmediatamente cubrieron con la losa. Todo el pueblo permaneció sentado alrededor del pozo durante una luna, esperando el milagro. Allí comían y dormían, y el resto del tiempo lo dedicaban a cánticos fúnebres y a la oración. La última noche de aquella luna se desató una terrible tormenta, y al resplandor de los relámpagos vieron todos descender desde las cumbres del Guadarrama una nube en forma de carro sobre el que se adivinaba, vagamente modelada, la figura de una mujer, que identificaron como Metragirta, la madre de los dioses. Los carpetanos cayeron de rodillas y humillaron el rostro en la tierra, porque no se puede mirar de frente a los dioses. Entonces se sintió temblar la tierra y cayó del cielo una espesa cortina de lluvia, que obligó a todos a dispersarse y refugiarse en sus casas.
A la mañana siguiente, cuando acudieron a ver el pozo donde estaba sepultado Ocno Bianor, la losa había desaparecido, y en su lugar había nacido la hierba y las flores. Desde entonces la ciudad se llamó Metragirta en honor de la diosa, nombre que con el tiempo se convertiría en Magerit, y más tarde en Madrid. La ciudad pasó buenas y malas épocas, pero nunca desapareció ni desaparecerá, tal como Apolo prometió a Ocno Bianor y éste a los que se llamaban carpetanos.
visto en: Leyendas y misterios de Madrid, José Mª de Mena, Plaza & Janés, Barcelona, 1989
el resto de la historia:
el origen mítico de Madrid (1 de 3)
el origen mítico de Madrid (2 de 3)
ronronea: claudia
23 de noviembre de 2924
Hace 21 horas
6 maullidos:
Singular historia :D
Somos eternas pues...
he leído las tres historias del origen mítico de madrid y me parecido muy interesante sin haber decaído en ningún momento su lectura. un beso.
desdevaladilene, singular y sospecho que poco conocida, incluso en Madrid
Alson, te contesto en un par de milenios :)
gracias Draco, la he escrito con un cariño especial, pues se refiere a mi ciudad
La historia es muy hermosa. Me he leído los tres posts del tirón. Bonita leyenda ;)
gracias por tu comentario, Juli Gan, coincido contigo en que se trata de una bonita leyenda :)
besos,
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