lunes, 14 de mayo de 2012

el origen mítico de Madrid (1 de 3)



la guerra de Troya ha finalizado. Sus habitantes, asesinados o sometidos a la más dura esclavitud, templos y palacios consumidos por las llamas, ríos de sangre corriendo por las calles de la hermosa ciudad de Ilión. El príncipe troyano Eneas, llevando sobre los hombros a su anciano padre Anquises y en compañía de un reducido grupo de leales logra llegar al puerto donde, apoderándose de una de las naves, emprende la desesperada aventura de encontrar una nueva patria. Tras recalar en Cartago arribó en la península itálica, donde fundó una ciudad que sería el germen del Imperio romano. Menos afortunado que Eneas, el príncipe Bianor no pudo encontrar ninguna nave en el puerto, así que tuvo que abrirse paso a pie a través de la Grecia asiática hasta la Grecia europea, llegando finalmente a Albania, donde fundó un reino. Este Bianor era el hijo de otro Bianor que en la guerra de Troya sucumbió en lucha singular frente a Agamenón.

En Albania, pasado el tiempo falleció Bianor y heredó el trono su hijo Tiberis, llamado también Silvio, que murió ahogado en un río, y que por sus buenas acciones y prudente reinado fue elevado a los altares como semidiós. Este Tiberis/Silvio había tenido dos hijos, uno en legítimo matrimonio, heredero del reino, y el otro con una aldeana llamada Manto o Mantío. A este último le puso el nombre de Bianor, en recuerdo de su antepasado troyano, y para evitar una guerra fraticida por la sucesión el prudente rey colmó de riquezas a su madre con la condición de que abandonara el reino para siempre. Así, Manto y el niño emprendieron viaje hacia el norte de Italia, donde fundaron la ciudad que hoy llamamos Mantova o Mantua.

Cuando el niño creció y se hizo un hermoso joven, su madre quiso entregarle el reino de Mantua, pero Bianor lo rechazó diciendo que se le había aparecido en un sueño el dios Apolo arrojando flechas sobre la ciudad, y que cuando él le interrogó por qué lo hacía, el dios le había contestado:

―Disparo mis flechas para matar a los malos espíritus de la epidemia.
―¿Qué epidemia?
―Una peste terrible que destruirá la ciudad, exterminando a sus habitantes.
―¿Y tú, poderoso Apolo, no puedes evitarlo?
―No, solamente puedo intentar luchar contra los espíritus que la traen. Pero hay un medio de impedir la mortandad. Que tú renuncies a reinar y abandones Mantua, dirigiéndote hacia el lugar donde muere el sol. Allí volveré a aparecerme a ti.


La madre del joven se burló del sueño diciendo que había sido el producto de una cena copiosa, pero a los pocos días murieron de una enfermedad desconocida el sacerdote de Apolo, el guardián de las murallas y el jefe de la caballería real, y la reina Manto, comprendiendo entonces que el sueño de su hijo había sido profético, autorizó a su hijo a emprender el viaje para satisfacer al dios Apolo. También le indicó que en lo sucesivo se llamase con el pronombre Ocno, significando así que poseía el don de ver el porvenir en los sueños. De este modo Ocno Bianor partió hacia poniente, con la bendición de su madre y para salvar a su pueblo.

el resto de la historia:
el origen mítico de Madrid (2 de 3)
el origen mítico de Madrid (3 de 3)

ronronea: claudia

5 maullidos:

Anónimo dijo...

desdevaladilene esperando las otras dos entregas :D

Mascab dijo...

Un relato muy didáctico y ameno, Claudia, ronroneo de gusto esperando las otras entregas...

Besos para toda la gatera.

claudia dijo...

desdevaladilene, Mascab, gracias por vuestro interés. Temía que fuera un poco pesado dividirlo en tres partes, pero no he tenido más remedio porque la historia es larga, aunque creo que merece la pena. Os adelanto que esta leyenda explica el motivo de la estatua de Cibeles, y por qué es símbolo de la ciudad de Madrid

Anónimo dijo...

Interesante...

claudia dijo...

un saludo, Alson