miércoles, 4 de mayo de 2011

Donaldina Cameron



veo estos días un documental llamado Wild West Tech (Vicios del Oeste), que hace que los muchachos de Brokeback Mountain parezcan unos monaguillos. ¡Y es que los vaqueros no se privaban de nada! Al parecer, la mayoría de los actuales vicios todavía eran legales en el siglo XIX; por poner un par de ejemplos, la cocaína se mezclaba con vino, la heroína se consideraba terapéutica y el opio se consumía cómodamente en casa, mediante curiosos artilugios que proporcionaron pingües beneficios a sus inventores.

y, por supuesto, la prostitución, que previsiblemente se practica de manera masiva por todo el país. La ciudad de San Francisco era famosa por sus prostitutas, en particular de origen chino. En 1882, el Congreso aprobó la primera de las tres leyes de exclusión de los chinos. Estas leyes les impedían traer a sus familias a los EE.UU., excepto casualmente a los más adinerados. Los hombres solteros no podían traerse a sus novias chinas, pero tampoco podían casarse con mujeres de otra raza. La escasa proporción de mujeres asiáticas favoreció el mercado de prostitución china. Trabajando bajo la protección de las bandas Tong, algunas madames empezaron a traficar con jóvenes chinas, a las que obligaban a prostituirse. Esta forma de prostitución fue especialmente brutal; para eludir los impuestos de importación de trabajadores, se las introducía en el país en buques de carga, escondidas dentro de los contenedores, con una elevada mortalidad durante el viaje; si trataban de escapar, eran perseguidas y devueltas al burdel, haciéndose con ellas un escarmiento ejemplar. Drogada con opio y maltratada constantemente, viviendo en condiciones infrahumanas, una chica de burdel no solía sobrevivir más de seis años.

hubo quien hizo algo al respecto: en 1895 una mujer llamada Donaldina Cameron formó un grupo de vigilancia para rescatar a estas chicas de los burdeles, la mayoría de las veces por la fuerza. El grupo acabó conociendo cada escondido rincón de Chinatown, ya que las bandas Tong empleaban métodos inimaginables para ocultar a las chicas: falsas paredes, trampillas bajo el suelo, todo tipo de cajones.. Donaldina acompañaba en muchas ocasiones a la policía en las redadas, auténtica experta en los trucos de los proxenetas, y exigía llevar a las chicas a su organización ―una Casa de Acogida financiada por la Iglesia Presbiteriana local―, donde estaban a salvo y recibían una educación que a menudo les servía para casarse con hombres chinos respetables.

cuando se retiró en 1934, Donaldina y sus ayudantes habían rescatado a más de 3.000 chicas.

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