miércoles, 27 de enero de 2010

la leyenda de Al Samiri



había una vez un hombre llamado Al Samiri que dominaba el arte de la fundición de los metales y que fundió en una caldera todos los anillos y brazaletes que los israelitas se habían llevado de Egipto y los convirtió en una masa de metal. Cuando todo el oro estuvo fundido Samiri le añadió un puñado de arena que había sacado de debajo de los cascos del caballo de Gabriel. Hizo un becerro que parecía vivo y nacido de una vaca. Cuando Moisés bajo del monte, vio lo que había sucedido y Aarón le contó que Samiri había fundido aquel becerro de oro al que los israelitas adoraban. Estuvo a punto de matar a Samiri, pero el Señor le ordenó que le perdonara la vida y le enviara lejos como proscrito. Samiri vaga desde entonces como una bestia salvaje de un extremo al otro del mundo. Los hombres huyen de él y le evitan, y él mismo, cuando alguien se le acerca, exclama: «¡No me toques!»

ronronea:
claudia

6 maullidos:

dintel dijo...

Y... fundido en negro.

Ico dijo...

No sabía de donde venía lo del becerro de oro..

Saltinbanqui dijo...

Me faltaban detalles de esta historia. Gracias.
:)

claudia dijo...

hola dintel;
posiblemente, más negro de lo que piensas..

besos,

claudia dijo...

hola ico;
de la Biblia.. allí se inventaron (casi) todos los «vicios» y «pecados» que hacen interesante la vida :)

besos,

claudia dijo...

hola saltimbanqui;
si alguna vez te encuentras con Al Samiri, quizá puedes preguntarle el resto de los detalles..

besos,