martes, 26 de enero de 2010

algo más sobre la mandrágora



comúnmente, los magos admiten cuatro clases de seres artificiales: Los teraphim, los golem, los androides y los homúnculos. Los primeros son pequeños ídolos automáticos, que hablan en determinadas ocasiones, como los que entre nosotros construye el mago y escultor Aulestia; los segundos (hoy popularizados por el cine) son estatuas de barro, animadas por una inscripción secreta grabada en la frente, cuyo único inconveniente radica en su descomunal y rápido crecimiento, el cual embaraza al mago y lo perturba, pues no sabe dónde meterlo; los androides, a semejanza de los teraphim, son construcciones mecánicas, tal los que poseían Roger Bacon y Alberto Magno, siendo el de este último destruido por santo Tomás de Aquino en un rapto de religioso furor. El homúnculo, por último, es un ser creado no por medios mecánicos, sino por medios enteramente fisiológicos.

pues bien, a estos seres hay que añadir el hombre-raíz de la mandrágora. Existen dos especies de mandrágora, la hembra y el macho («mandragora officinarum» y «mandragora vernalis») y, según afirma Plinio, la primera era negra y la segunda blanca. Los antiguos atribuían maravillosas virtudes, aparte de las diabólicas, a la «Panax quinquefolium» ―otro nombre de la mandrágora―; por ejemplo, hacer fecundas a las mujeres estériles. Los judíos la llamaban «Jabora». Las más prodigiosas de estas raíces eran, según Collin de Plancy, las que habían sido regadas con la orina de un ahorcado, pero no se podían arrancar sin morir. Para evitar este peligro había que obrar con mucha precaución y trazar tres círculos a su alrededor con la punta de una espada. También había otro procedimiento: se ahondaba la tierra en torno a la raíz, se ataba el extremo de una cuerda de cáñamo en ella y en el otro extremo el cuello de un perro negro, al cual propinaban unos buenos latigazos para que, al huir, arrancara la raíz de mandrágora.

una vez arrancada del suelo, debe ser trasplantada muy ligeramente en «tierra roja», expuesta a los rayos del sol y cotidianamente regada con la sangre de un animal consagrado a Saturno. A partir de este instante, el mago no debe abandonar jamás a la mandrágora, y verá cómo, poco a poco, suspirará y respirará débilmente, aumentando de tamaño y desarrollando su cuerpo. Previamente habrá trazado un círculo mágico en la «tierra roja» para protegerle y quemará perfumes secretos. Al cabo de una semana, la mandrágora tendrá ya completa forma humana y su desarrollo durará cuarenta días, al final de los cuales el pequeño ser se arrancará por sí mismo de la tierra, dotado de fuerza, palabra y razón.

sin embargo, hay casos en que, por distracción o descuido del mago, un elemental puede introducirse en el cuerpo de la mandrágora en su proceso de crecimiento. Gustave Le Rouge dice que esto es muy peligroso, no sólo para el mago, sino para la sociedad entera.

ronronea:
levina

5 maullidos:

Raúl dijo...

Levina, me interesa lo que has contado de los androides y Roger Bacon. En concreto esa leyenda sobre Sto. Tomás y Alberto Magno. ¿Dónde puedo informarme?

Excelentes entradas.

levina dijo...

hola orlock;
hoy llevo un par de copas (cosas de San Valentín), así que voy a intentar ser lo más coherente posible.. según la leyenda, Alberto Magno construyó el primer androide en el siglo XIII, de hierro, cristal y cuero. Capaz de andar y atender las labores domésticas del monasterio, fue conocido como «el hombre de hierro». A la muerte de Alberto Magno, Tomás de Aquino, quien debería haber sido su discípulo en los saberes ocultos, destruyó a golpes «la cosa diabólica», alegando que era una blasfemia y que su parloteo no le dejaba trabajar..

parealelamente, existió otro androide obra de Roger Bacon (ni he verificado las cronologías, son sólo leyendas), ideado para resolver cuestiones matemáticas y científicas.

besos,

levina dijo...

ni idea sobre donde te puedes informar, todo esto sólo lo he soñado..

Raúl dijo...

Casuálmente siempre me ha interesado la historia del pensamiento en el siglo XIII, y desde luego algunos de sus protagonistas son de los que has hablado, pero curiosamente nunca había oído hablar de esa leyenda. La leyenda le pega mucho porque Alberto Magno, aparte de filósofo naturalista, fue alquimista e interesado en todos esos asuntos. En cualquier caso así contada es imposible, porque Alberto sobrevivió a Sto. Tomás. De todas formas, si recuerdas algún día la fuente de este cuento, por favor dímela, recopilo todo lo que puedo de esta época. Gracias Levina.

Raúl dijo...

Roger Bacon fue una mente adelantada a su época en algunos asuntos, tatarabuelo del empirismo moderno XD Y en leyendas como esta también pegaría, ¿por qué no? Imaginó, como Julio Verne, máquinas e inventos increibles, que ayudarían a la humanidad. El mejor tributo que se le ha hecho es la novela 'El nombre de la rosa'. La novela, como sabes, trata de muchas cosas, no sólo de hacer esos tributos jeje pero en su día fue la que me motivó por esa época :)