domingo, 2 de noviembre de 2008

a las puertas del infierno



Todo comenzó con una mirada. Tras observar en la profundidad de su retina, entre los destellos de una noche, pudo entrever su ansia y deseo. Las horas dieron paso a un encuentro carnal, donde sus ropas se esparcían por la estancia, mientras sonaba de fondo Edith Piaf. Dos almas sucumben a una danza diabólica donde se consumen sus cuerpos en fuego eterno. Hielo contra llama, azul frente a rojo, dejando brasas a su alrededor imposibles de apagar. Sus cuerpos se unen al compás de fuertes embestidas, hasta llegar a su esencia donde todo tiene su inicio y fin. Contiene un gemido en su garganta, mientras su piel permanece erecta al contacto con los hábiles dedos que la poseen.

Espasmos contraen su cuerpo mientras cae de manera progresiva en un duermevela que la trasladará a la mañana siguiente. Su cuerpo pedía más, su interior estaba vacío, quería entregarse a las puertas del infierno una vez más. A su lado aquellos enigmáticos ojos la observaban, mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.

Al despertar habían pasado varios horas, al mirar a su alrededor no sintió su presencia, había marchado, dejando una nota con un nombre junto a las sábanas. Buscó su olor en la cama, en su piel, en su interior, en todo aquello que había tocado y poseído a su vez. El poema olvido es recitado por sus labios cada vez que recuerda esa piel.

ronronea:
atis

4 maullidos:

PRU dijo...

Eso es una toma de contacto, y lo demás son tonterías...

Besos de dimoniet... ;)

ConchaOlid dijo...

las mañanas siguientes son terribles, porque siempre amanece.

Anónimo dijo...

Hola Pru,

Una toma de "alta tensión"

Besos dóminos.

Anónimo dijo...

Hola Conso,

No siempre volverá a amanecer, porque la luz no se volverá a encender en algún momento.

Aunque la ventaja es el instante vivido, dejemos para otros que amanezca.

Besos desde el alba