a mediados del siglo XVIII un soldado francés, que había llegado a la India para combatir en las guerras carnáticas, desertó del cuerpo de granaderos y huyó al templo de Srirangam, en el sur del país. Allí se convirtió al hinduismo y pasó varias años adorando a una deidad conocida como Sri Ranganatha.
finalmente se reveló que el motivo de tan extraña devoción era robar el ojo de la estatua de Sri Ranganatha, un enorme diamante blanco con reflejos azulados, tallado en forma de rosa. El templo se encontraba en una isla en el río Kaveri y estaba rodeado de siete murallas. A ningún cristiano se le había permitido ir más allá de de la cuarta muralla. El soldado huyó con el botín a Madras, donde pidió protección al ejército británico y vendió el diamante.
la joya pasó de mano en mano hasta llegar al mercado de diamantes de Amsterdam, donde la compró el conde ruso Grigory Grigoryevich Orlov, quien se lo regaló a un antiguo amor de juventud: la princesa Frederick Augusta, futura Catalina II de Rusia. Catalina lo bautizó con el nombre del conde y encomendó en 1784 a su joyero C.N.Troitinski la confección de un cetro, ahora conocido como «el cetro imperial», en el que se engarzó la famosa gema.
según la leyenda, el diamante Orlov llevó la desgracia y la muerte a todos sus propietarios. Incluso se le culpó de la caída de los zares. Actualmente, pertenece a la colección del Kremlin (Moscú, Federación Rusa)
ronronea: akane
WOKE CELESTE
Hace 51 minutos
2 maullidos:
Ojo al dato, digo al diamante, qué viajero nos salió... Por cierto, Amsterdam y Moscú, bonita combinación... ;)
Besos pulidos...
hola pru;
hay quien dice que estos grandes diamantes poseen alma, y que se vengan de aquellos que les arrancaron de su hogar..
besos errantes,
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