martes, 11 de junio de 2013

el Rastro y sus personajes




se llama el Rastro de Madrid, al mercado de chismes viejos, nuevos, alhajas y basura. Tiene el nombre del edificio construido para matadero de cerdos. Ya era famoso en el siglo XVII, y en él se vendía de todo.

es el Rastro paraíso de cazadores de gangas, de pescadores en seco, de aficionados a las artes nobles o villanas, de cesantes, de licenciados del ejército que no vuelven a empuñar la azada, de ex-presidiarios incorregibles, de cursis que buscan los desechos de la moda, de tenderos quebrados, de inocentes que se hacen la ilusión de comprar barato lo nuevo que procede de comercios en liquidación, y sobre todo, es el vivero o plantel de los ropavejeros de la corte de las Españas. También es el centro de contratación de lo que poco o casi nada vale.

en el Rastro se reúnen los esplendores de la fortuna que ha venido a menos y los restos asquerosos de la miseria. Lo que ha destruido el lujo y vicios de los magnates, y la necedad de la clase media que se empeña en imitarles, consiguiendo caer en la pobreza. El montón se dispersa, sirve a la necesidad, toman nueva forma los objetos, llegan algunos a adornar palacios y museos, vuelven a donde salieron o desaparecen como todo en polvo y humo.

los prenderos del Rastro y de todas partes, cuando ignoran el valor de los objetos, quieren atrocidades por ellos. Si el marchante se ríe y no ofrece, al que después se presenta le piden la mitad, y van bajando, hasta darlo por poca ganancia. Para comprarles se les propone lo justo, y nunca aceptan; se les envía a varias personas que disminuyan la cantidad ofrecida, y lo venden al que hizo la primera proposición.

si se desea que conserven mucho tiempo lo que ellos creen una preciosidad, se les ofrece cantidades exageradas, y jamás le cogen a uno la palabra. A esto llaman en lenguaje chamarilero vincular los objetos.

cuando acuerdan varios aficionados fastidiar a algún ropavejero que se la echa de sabio, elogian la obra de arte que posee, aseguran que es original, que vale miles, y ninguno la compra. De igual procedimiento se sirven los que buscan antigüedades por los pueblos, si se persuaden que ellos no las han de adquirir. Las ponderan mucho y consiguen que otros del oficio no puedan tomarlas.

para enriquecerse no hay como proveer o administrar a los que tienen poco o nada. Díganlo los contratistas de los ejércitos en campaña, hospitales, presidios y casas de beneficencia.

comerciando con géneros de escaso valor se dobla el capital. Los del Rastro compran los mendrugos de pan a 5 céntimos la libra y los venden a 15 a los pobres que ocultan su miseria, o para hacer rosquillas que después saborean con placer los chicos y los grandes.

entre los comercios notables del Rastro figuran el de suelas de zapatos viejos, que sirven para hacer botas nuevas, y el de colillas de cigarros que recogen en las calles y cafés. Hay fumador que habrá chupado cien veces el mismo tabaco.

los domingos se ven en el suelo montones de porquerías, y anuncian su venta dando voces: ―Cositas, cositas a 5 céntimos. Un gallego eligió una de hueso hueco, metió el cigarrillo, chupó y quedó tan contento de comprar por un perro chico una boquilla. Era el pitón de una jeringa. ¿Cuántos habrán encontrado en el Rastro gangas por el estilo?

(Ropavejeros, anticuarios y coleccionistas, por un soldado viejo natural de Borja, Madrid, 1890)


ronronea: claudia

12 maullidos:

Lenteja dijo...

Je, amo los mercados, mercadillos, rastros y rastrillos... no hay ciudad del mundo que lo tenga y no acuda si en ella estoy. Me gusta el bullicio, la gente, las voces, las músicas, los objetos y las historias que les invento... Pasaría horas y horas...
Besos.Lenteja

★MaRiBeL★ dijo...

Me encantan los rastros, que bien por recordarlos.
Lugares con mucha vida.

B E S O S

Kate Walker dijo...

El Rastro, para lo bueno y para lo malo... me transmite las dos sensaciones...

La Kate andarina

TORO SALVAJE dijo...

Aquí lo más parecido es el mercado de Els Encants.

No lo soporto.

Por la aglomeración y por la miseria humana.

Besos.

Amapola Azzul dijo...

Me encanta El Rastro, besos.

No para ir todos los días, pero es que tiene un encanto especial.

Siempre se dice que hay rateros y maleantes , yo solo he visto una vez el de Madrid.

Preciosa Foto. Besos.



Anónimo dijo...

Hace tiempo que no voy, pero tras leer tu maravilloso recorrido por tan peculiar lugar, me vino las ganas y pronto volveré.
Un abrazo.

DRACO dijo...

en mi ciudad hay un lugar donde venden todo lo robado a buen precio pero si he ido alguna vez es mucho y cuando fui fue por acompañar a la menor de mis hermanas, su esposo e hijos.
recuerdo mas bien la vez que fui al centro a pasear por donde venden libros viejos y adquirí por un equivalente a 1.5 euros (luego de preguntar despreocupadamente y como quien no quiere la cosa aunque por dentro sudaba frío pensando que me vayan a cobrar demasiado) un libro de ajedrez sobre el campeón del mundo alekhine que en españa costaba como 22 o 25 euros. la suerte que tuve es que el vendedor no sabía lo que tenía en su poder.
besos.

Lucía_lamiradadeluci dijo...

Me encantan los rastros ^_^ Algún día tengo que visitar el de Madrid.
Un besote de Lamiradadeluci

claudia dijo...

Lenteja, comparto tu gusto por inventar historias, probablemente resulten menos deprimentes que las reales

Maribel, cierto que los rastrillos de vecinos, los de los pueblos pequeños, los turísticos, suelen ser amables e incluso pintorescos. Este texto se refiere al Rastro de Madrid en época de miseria, y lo describe como un lugar sórdido donde impera la supervivencia. Ramón Gómez de la Serna, hacia 1912, escribió otro libro sobre el Rastro con la misma impresión de pobreza y degradación humana

Kate, en el Rastro actual apenas quedan huellas de aquellas miserias, hoy día es un lugar bastante turístico y el Ayuntamiento controla con mano de hierro la concesión de permisos de venta. Sin embargo algo queda, en las callejuelas adyacentes todavía algo queda..

Torito, por mucho que queramos adornarla de pintoresquismo, la venta ambulante de productos usados nace y se alimenta de la miseria

Amapola, el Rastro es un lugar tentador para los rateros porque la gente avanza codo con codo por las calles, sin apenas espacio para moverse. También porque al pagar revelan donde llevan el dinero

Jorge, pues ahora que ha llegado el buen tiempo seguro que lo encontrarás lleno de vida y color :))

Draco, la mayoría de los libreros de viejo que conozco se comportan como auténticos ropavejeros, subiendo de forma desproporcionada el precio de los libros que creen valiosos, exactamente como se describe en el texto. Por eso sólo acudo a ellos cuando tengo ganas de dejarme sorprender, si busco algo concreto lo hago a través de Iberlibro o Uniliber, donde la competencia ajusta los precios

claudia dijo...

Lucía, si puedes escoger, te diría que quizá la mejor época para visitar la ciudad es el otoño, porque en verano e invierno las temperaturas son un poco extremas, y la primavera apenas existe, se pasa casi sin transición del frío al calor

Mr. Aris dijo...

Pise el Rastro por primera vez una fría mañana de antes de semana santa de los 80. Acabe comprando una cartera por poco dinero, creo que al año ya se me había estropeado, pero en esos momentos pensé que era una ganga.

claudia dijo...

jeje Aris, supongo que, como se suele decir, nadie vende duros a cuatro pesetas..