un bibliómano inglés, muy rico, poseía un pequeño volumen muy raro, el único (nuestro hombre así lo pensaba) que quedaba de la edición. De repente se enteró de que un ejemplar parecido existía en París. Rellenó su cartera de billetes de banco, atravesó La Mancha y llegó a casa de su rival. Después de los cumplidos al uso le dijo: «Señor, ¿poseeis un ejemplar de tal obra?» «Sí, Señor; está dentro de mi biblioteca; aquí está». Nuestro bibliómano lo palpó, lo examinó, reconoció su identidad y le ofreció 1.000 fr. «Es probablemente más de lo que vale; pero yo no hago comercio de libros, y mi intención es guardarlo». «Señor, 5.000 fr.» «Estoy verdaderamente confundido, pero..» «10.000 fr.» «Os lo repito, Señor» «20.000 fr.» «Ante tal insistencia, sería una descortesía rehusar: el libro es vuestro».
El inglés triunfó; sacó de su cartera veinte billetes de banco de 1.000 fr. que dio a cambio del precioso libro. Todo este pequeño debate había tenido lugar alrededor del fuego. Nuestro bibliómano examinó el ejemplar de nuevo; después, con una satisfacción que hay que renunciar a describir, lo echó al fuego. El vendedor creyó que tenía tratos con un loco y se apresuró a retirar el volumen. «Señor», le dijo entonces el inglés deteniéndolo, «yo también poseo un ejemplar de esta obra, y había creido hasta hoy, que era único; me equivoqué; ahora estoy seguro; os doy mis más sinceras gracias».
(Ramon Miquel i Planas: El librero asesino de Barcelona)
ronronea: claudia
WOKE CELESTE
Hace 15 horas
3 maullidos:
Una metáfora inquietante...
hola alson;
¿qué es un poco de fuego comparado con el raro privilegio de la exclusividad? hahaha
besos,
Mmmmmmmmm me gusta el estilo del inglés. Si alguien intenta imitarme compraré su voluntad y luego acabaré con ella. Fascinante...
Publicar un comentario