la metamorfosis de Ifis (I)

en la ciudad de Festo, cerca de Gnosos, habitaba Lido, pobre hombre de humilde y oscuro nacimiento y de conducta irreprochable, quien al ver a su mujer presta a dar a luz le hizo estos razonamientos: «Acogeré con alegría si es varón lo que de tu parto salga, más, ¡ay de ella si hembra fuera! Morirá sin remedio, ya que ellas no aportan más que una carga que aumenta la miseria en que nos encontramos.» Decisión tan inhumana hizo derramar abundantes lágrimas, tanto al que la daba como a la que la recibía.

se acercaba la época de su alumbramiento, cuando una noche en que Teletusa se encontraba durmiendo, vio a Isis que acompañada de su cortejo ordinario se presentaba delante de su lecho. La diosa llevaba una corona de espigas sobre la cabeza y un cetro en la mano. Anubis, bajo la figura de un perro; Apis, reconocible a pesar de sus pelos de distintos colores; el dios con el dedo sobre la boca, símbolo del silencio; Osiris, inútilmente buscado; todos rodeaban a Isis, junto con la serpiente extraña a la isla de Creta. La diosa le dijo a Teletusa: «Teletusa, que siempre me fuiste tan querida, cesa de afligirte: no obedezcas la orden de tu marido; y cuando des a luz oculta con cuidado tu hijo, bien sea varón o hembra. Tienes delante a una diosa que jamás niega su ayuda a los que se la imploran.»

tiempo después Teletusa alumbró una hija, que entregó a una nodriza, única depositaria del secreto, e hizo creer a su marido que era hijo lo que los dos habían engendrado. Lido dio gracias a los dioses, y le puso el nombre de Ifis, nombre que convenía lo mismo a hombre que a mujer. Este misterio permaneció oculto durante largo tiempo. Era muy difícil descubrirlo; Ifis reunía en su rostro la gracia de los dos sexos.

el resto de la historia:
la metamorfosis de Ifis (II)
la metamorfosis de Ifis (III)

ronronea: alia