miércoles, 23 de septiembre de 2009

las viejas historias



adoramos las viejas historias por su permanencia. Arturo sueña eternamenten en Avalon. Bilbo puede «ir hasta allí y volver una y otra vez», y «allí» es siempre la querida y familiar Comarca. Don Quijote se empeña siempre en matar a un molino de viento.. Así es que la gente acude a los reinos de fantasía en busca de estabilidad, de antiguas verdades, de simplicidades inmutables.

y las fábricas del capitalismo se las proporcionan. La oferta satisface la demanda. La fantasía se convierte en un producto, en una industria.

la fantasía hecha producto no acarrea riesgo alguno: no inventa nada, sino que imita y trivializa. Comienza por privar a las viejas historias de su complejidad intelectual y ética, convirtiendo su acción en violencia, a sus actores en muñecos, y a la verdad que revelan en un cliché sentimental. Los héroes blanden sus espadas, sus láseres, sus varitas mágicas, tan mecánicamente como cosechadoras, recogiendo las ganancias. Las elecciones morales profundamente perturbadoras son descafeinadas, transformadas en «encantadoras» y seguras. Las ideas apasionadamente concebidas por los grandes contadores de historias son copiadas, estereotipadas, reducidas a juguetes, moldeadas en plásticos de colores llamativos, anunciadas, vendidas, rotas, tiradas a la basura, reemplazables, intercambiables.

(Ursula K. Le Guin)

ronronea:
levina

3 maullidos:

Marcela dijo...

al fin y al cabo, es convertir el arte en mercado y negocio ¿no? Ajustan todo al dinero y a las ventas, esa es la pena.

levina dijo...

hola guapa;
quizá hace ya tiempo que el arte murió.. o quizá en realidad nunca ha existido

besos,

dintel dijo...

:)