este cuento lo narró Schehrazada a su esposo el rey Schahzaman durante la noche 937 después de su casamiento.
érase una vez un respetable capitán de la policía de El Cairo, llamado Moin. Un día estaba sentado en el patio del valí, con la espalda apoyada contra el muro, cuando de improviso le cayó en el regazo una bolsa llena de monedas. Moin guardó el dinero entre sus ropas y acudió al día siguiente al mismo lugar, recibiendo otra bolsa de igual manera. Al tercer día se sentó contra el muro y se hizo el dormido. Al sentir una suave mano sobre su ombligo, Moin se levantó bruscamente, viendo una bella adolescente que le sonreía.
la muchacha le condujo al fondo de un callejón sin salida, donde le habló así:
«eres el hombre de esta ciudad en el que más confío y por eso te he escogido, pero es por otro motivo distinto del que tú crees. Helo aquí: capitán Moin, soy una mujer que está enamorada perdidamente de una jovencilla. Su amor quema mis entrañas lo mismo que un fuego crepitante. Aunque tuviese mil lenguas y mil corazones esta pasión no sería más viva. Ahora bien, esta adorada mía no es otra que la hija del cadí de la villa. Entre ella y yo ha sucedido lo que ha sucedido; éste es un misterio de amor. Entre ella y yo hay un trato apasionado que ha sido cerrado con promesas y juramentos, pues ella arde por mí con igual ardor y jamás se casará y a mí ningún hombre me tocará. Nuestras relaciones duran ya desde hace algún tiempo y hemos llegado a ser inseparables, estando siempre juntas, bebiendo en el mismo vaso y durmiendo en la misma cama, hasta que un día el cadí, su padre, ese maldito barbudo, supo nuestras relaciones y cortó por lo sano, aislando a su hija por completo y diciéndome a mí que me cortará las manos y los pies si vuelvo a entrar en su casa. Desde entonces no he podido ver a mi adorada, de la que sé que está como loca a causa de nuestra separación. Precisamente para alegrar mi corazón y darle algo de contento me he decidido a ir a tu encuentro, ¡oh inigualable capitán!, sabiendo que solamente de ti pueden venir la alegría y la felicidad.»
en este momento, Schehrazada vio que amanecía y, discreta, se calló.
el resto de la historia:
noche 938
noche 939
ronronea: akane
érase una vez un respetable capitán de la policía de El Cairo, llamado Moin. Un día estaba sentado en el patio del valí, con la espalda apoyada contra el muro, cuando de improviso le cayó en el regazo una bolsa llena de monedas. Moin guardó el dinero entre sus ropas y acudió al día siguiente al mismo lugar, recibiendo otra bolsa de igual manera. Al tercer día se sentó contra el muro y se hizo el dormido. Al sentir una suave mano sobre su ombligo, Moin se levantó bruscamente, viendo una bella adolescente que le sonreía.
la muchacha le condujo al fondo de un callejón sin salida, donde le habló así:
«eres el hombre de esta ciudad en el que más confío y por eso te he escogido, pero es por otro motivo distinto del que tú crees. Helo aquí: capitán Moin, soy una mujer que está enamorada perdidamente de una jovencilla. Su amor quema mis entrañas lo mismo que un fuego crepitante. Aunque tuviese mil lenguas y mil corazones esta pasión no sería más viva. Ahora bien, esta adorada mía no es otra que la hija del cadí de la villa. Entre ella y yo ha sucedido lo que ha sucedido; éste es un misterio de amor. Entre ella y yo hay un trato apasionado que ha sido cerrado con promesas y juramentos, pues ella arde por mí con igual ardor y jamás se casará y a mí ningún hombre me tocará. Nuestras relaciones duran ya desde hace algún tiempo y hemos llegado a ser inseparables, estando siempre juntas, bebiendo en el mismo vaso y durmiendo en la misma cama, hasta que un día el cadí, su padre, ese maldito barbudo, supo nuestras relaciones y cortó por lo sano, aislando a su hija por completo y diciéndome a mí que me cortará las manos y los pies si vuelvo a entrar en su casa. Desde entonces no he podido ver a mi adorada, de la que sé que está como loca a causa de nuestra separación. Precisamente para alegrar mi corazón y darle algo de contento me he decidido a ir a tu encuentro, ¡oh inigualable capitán!, sabiendo que solamente de ti pueden venir la alegría y la felicidad.»
en este momento, Schehrazada vio que amanecía y, discreta, se calló.
el resto de la historia:
noche 938
noche 939
ronronea: akane
9 maullidos:
Sherezade.... qué tiempos aquellos. ;)
Jope... quiero saber qué le responde el capitán, cómo acaba la historia.. Espero que nos lo digas, aunque sea, en la próxima noche ;)
Por tu culpa Akane he tenido que ir a coger este libro de la biblioteca de Maslama, para acabar la historia.
Al menos podías haber puesto un chiringuito de palomitas y refrescos, para hacer más amena la espera jejeje.
Besitos orientales.
PD: el asesino es el mayordomo hahaha.
hola dintel;
en la infancia leí algunas veces este cuento, supongo que ya apuntaba maneras :)
besos,
hola julián;
esta noche Schehrazada debe seguir contando su historia, de lo contrario morirá al amanecer..
besos,
hola atis;
ahora entiendo por qué lleva todo el día preguntando maslama por el dichoso libro..
y por cierto, gracias por la idea del mayordomo, muy fresca, la utilizaré en mi próxima novela de misterio (seguro que NADIE lo va a imaginar)
besos,
Tendré que despedir al mayordomo, me habéis abierto los ojos, varias muertes sospechosas y no desconfié de él... mmm, me tenía que haber fijado al menos en su colección de Agatha Christie y Conan Doyle.
Akane, ¿quieres decir que vas a traernos de nuevo a Schehrazada esta noche? espero que sí, si no mañana buscaré la noche 937 donde pueda :)
hola julián;
algún día, el sindicato libre horizontal de técnicos del hogar tomará las armas y dará su merecido a ese par de señoritos eskritores opresores difamadores kapitalistas..
sobre tu mayordomo, no dejes los cuchillos a mano (por si acaso)
besos, salud y república,
XD Akane, qué bueno...
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