miércoles, 4 de junio de 2008

Paris, 1818



una mañana de invierno, una señorita que estaba plácidamente tomando el aire en un banco del jardín de Tullerías sintió de repente un pinchazo agudo en el culo. El dolor fue tan intenso que perdió el conocimiento. Trasladada a la casa de socorro, se descubrió que la señorita había sido pinchada con un instrumento puntiagudo que le había perforado las carnes unos pocos centímetros.

dos días después, otra moza que paseaba por el Palais Royal con su novio sufrió un pinchazo semejante. Poco a poco fueron repitiéndose en distintos lugares de la ciudad, con tanta frecuencia que la prefectura de policía tuvo que publicar un comunicado para calmar a la población femenina, totalmente aterrorizada.

los «pinchadores» o «picadores» siguieron actuando; rápidos como el rayo, la policía no conseguía pillarlos in fraganti. Entonces un herrero espabilado diseñó, fabricó y puso a la venta piezas protectoras de metal ligero para ser llevadas debajo de la ropa: una pieza principal cubría los muslos y el culo, y una segunda pieza protegía el busto, que era también objetivo frecuente de los pinchazos. Así, durante los dos años que duró esta extraña práctica, las parisienses se acotumbraron a no salir de casa sin la armadura puesta.

finalmente, gracias a la ayuda voluntaria de las inquilinas de una casa de placer que, protegidas por armaduras traseras y frontales, se paseaban por los jardines y plazas de la ciudad seguidas de un policía disfrazado, las autoridades pudieron capturar en pocos meses a más de cincuenta hombres, en general solitarios y de buena familia, que manipulaban los objetos punzantes camuflados en el bastón o en paraguas.

ronronea:
levina

6 maullidos:

Raúl dijo...

Ay París, París... Lo que no hubiera ahí...

Ni para robar, ni para conseguir nada, extraño. Pero bueno, en cuestión de picaresca callejera, lo que no se inventara en esa época y ahí...

without dijo...

...La vie en une ville appelée désir... Celle-là est Paris.

Un bisou entre ses rues

PRU dijo...

Punzante historia... Aunque algo exagerada, la primera damisela, ¿no?

Feliz finde...

Besos desde Barcelona, 19:18... :)

Anónimo dijo...

hola julián;
¿quizá para vender piezas protectoras de metal? ¿el marketing de la época? hehehe

besos,

Anónimo dijo...

bonsoir without;
le désir est un petit enfant difficile à trouver, difficile d'apprivoiser.. et sur Paris, on n'a pas besoin d'une explication..

salutations,

Anónimo dijo...

hola pru;
poensa que un pinchazo agudo en el culo no es cuestión de risa... ¿te imaginas llegar hasta la carne con la moda de la época?

besos en la Ciudad Condal,