desde un acantilado contempla el infinito mar que limita su tierra. El viento blande su capa de lana pausadamente, mientras sus pensamientos vuelan hacia una imagen borrosa de tierra firme allá en el horizonte. Ha nacido príncipe y pronto gobernará a su pueblo: los guanches, coronándose mencey. Pero su existencia no le satisface, quiere conocer que hay más allá de su isla, Tenerife. Que esconde la bruma de manera tan misteriosa, que gentes habitan ese territorio.
Esa noche Jonay tuvo un sueño, donde llegaba a otra orilla y encontraba a una bella mujer, la cual había robado su corazón. Se despertó sobresaltado y marchó hacia la playa más cercana al acantilado. Se despojó de su capa, dejándola en la arena y se introdujo lentamente en el mar hasta comenzar a nadar, rumbo al horizonte.
No recuerda cuantas horas pasaron hasta que pudo pisar nuevamente tierra firme. Pensó que iba a morir en el intento. Las fuerzas le abandonaban sin remedio, llegando a perder la conciencia. Al despertar se encontró sobre una playa de negra arena, con vegetación casi hasta la orilla.
Poco después notó que alguien lo observaba. Así que se levantó y se dirigió al lugar desde donde lo miraban. Al acercarse, alguien comenzó a correr. Entre la vegetación distinguió a una mujer de melena castaña y rizada. Tras mucho correr se lanzó y cayó sobre ella. Se observaron directamente a los ojos, era la mujer de sus sueños. La había encontrado.
Ella no parecía temerle. Jonay le preguntó su nombre y de ella salió una suave voz tan delicada como el arrullo de un canario. Se llamaba Gara. Ambos corazones latían acelerados al rozarse, al mirarse, al besarse, al amarse.. El día ya se marchaba, pero parecía que llevaran minutos uno junto al otro. La mirada de ella cegaba la luz de cualquier constelación que ahora brillara en el cielo. Ambos sabían que su futuro se había fundido y su camino era uno.
Pasaron días, quizás semanas, pero el idilio no llegaba a su fin. Jonay, como próximo mencey, le pidió a Gara que le presentara a su padre para pedirle la mano, pero lo que no sabía Jonay es que Gara era la princesa de los gomeros y su padre tenía pensado un pretendiente para su hija.
Gara le rogó que no fuera, pero él insistió prometiéndole que regresaría. Al verlo el padre, se encendió de ira y juró matarlo por haber mancillado el honor de su hija y por ser extranjero en su reino. Así que organizó una persecución.
Jonay corrió al lugar donde se hallaba Gara. La cogió entre sus brazos y la contó lo sucedido. Ella le dijo que huirían juntos a través del bosque de laurisilva, porque nadie los iba a separar. Se vieron perseguidos a los pocos minutos, pero seguían corriendo hacia el interior. Llegaron por una vereda a una llanada que finalizaba en un profundo abismo. Los soldados del padre le pedían a Gara que se apartara para poder capturar a Jonay, pero ella no se movía.
La pareja se cogió de la mano. Jonay la besó y acto seguido saltaron al vacío, consiguiendo así que nadie pudiera separarlo ni en la vida, ni en la muerte.
En homenaje a estos dos enamorados el Parque Nacional de la isla de La Gomera, formado por laurisilva centenaria, se denomina Garajonay.
ronronea: atis
Esa noche Jonay tuvo un sueño, donde llegaba a otra orilla y encontraba a una bella mujer, la cual había robado su corazón. Se despertó sobresaltado y marchó hacia la playa más cercana al acantilado. Se despojó de su capa, dejándola en la arena y se introdujo lentamente en el mar hasta comenzar a nadar, rumbo al horizonte.
No recuerda cuantas horas pasaron hasta que pudo pisar nuevamente tierra firme. Pensó que iba a morir en el intento. Las fuerzas le abandonaban sin remedio, llegando a perder la conciencia. Al despertar se encontró sobre una playa de negra arena, con vegetación casi hasta la orilla.
Poco después notó que alguien lo observaba. Así que se levantó y se dirigió al lugar desde donde lo miraban. Al acercarse, alguien comenzó a correr. Entre la vegetación distinguió a una mujer de melena castaña y rizada. Tras mucho correr se lanzó y cayó sobre ella. Se observaron directamente a los ojos, era la mujer de sus sueños. La había encontrado.
Ella no parecía temerle. Jonay le preguntó su nombre y de ella salió una suave voz tan delicada como el arrullo de un canario. Se llamaba Gara. Ambos corazones latían acelerados al rozarse, al mirarse, al besarse, al amarse.. El día ya se marchaba, pero parecía que llevaran minutos uno junto al otro. La mirada de ella cegaba la luz de cualquier constelación que ahora brillara en el cielo. Ambos sabían que su futuro se había fundido y su camino era uno.
Pasaron días, quizás semanas, pero el idilio no llegaba a su fin. Jonay, como próximo mencey, le pidió a Gara que le presentara a su padre para pedirle la mano, pero lo que no sabía Jonay es que Gara era la princesa de los gomeros y su padre tenía pensado un pretendiente para su hija.
Gara le rogó que no fuera, pero él insistió prometiéndole que regresaría. Al verlo el padre, se encendió de ira y juró matarlo por haber mancillado el honor de su hija y por ser extranjero en su reino. Así que organizó una persecución.
Jonay corrió al lugar donde se hallaba Gara. La cogió entre sus brazos y la contó lo sucedido. Ella le dijo que huirían juntos a través del bosque de laurisilva, porque nadie los iba a separar. Se vieron perseguidos a los pocos minutos, pero seguían corriendo hacia el interior. Llegaron por una vereda a una llanada que finalizaba en un profundo abismo. Los soldados del padre le pedían a Gara que se apartara para poder capturar a Jonay, pero ella no se movía.
La pareja se cogió de la mano. Jonay la besó y acto seguido saltaron al vacío, consiguiendo así que nadie pudiera separarlo ni en la vida, ni en la muerte.
En homenaje a estos dos enamorados el Parque Nacional de la isla de La Gomera, formado por laurisilva centenaria, se denomina Garajonay.
ronronea: atis
7 maullidos:
Hará unos 5 ó 6 añitos me fui para La Gomera a pasar unos días, y mientras preparaba la ruta me encontré con varias versiones de esta preciosa leyenda...
Ahora bien, una vez dentro del parque, rodeado de árboles y helechos milenarios, sólo podía pensar en dinosaurios y èpocas pasadas, porque el maravilloso paisaje te trasladaba a la salvaje, descontaminada y silenciosa prehistoria...
En una de las entradas hay una fuente con (creo que) siete caños, que también representa dicha historia, no recuerdo exactamente como iba, me parece que bebiendo de algunos sí y otros no, podrías encontrar el amor de tu vida, y tal... aunque mucho no funcionó, hahaha...
Es una bonita leyenda, y un lugar hermoso y muy recomendable, me ha encantado recordarlo, gracias...
Besos con mojo picón...
Suena el guarapo, por las sendas del ayer cantando a un tierno amor...
Un beso
Uno de los más bellos "bosques" que he conocido.
Leerte me han dado ganas de volver.
Gracias por la historia. Un besazo!!
Hola Pru,
Los laureles centenarios dejan en el corazón de cada viajero una hojita de su frescos.
Un fuerte abrazo.
Hola Morgana,
Sin duda es una experiencia irrepetible.
Un placer verte por esta porción de terruño fuera de las Afortunadas.
Un abrazo
¡Buenas noches atis!
Esta leyenda gomera es una preciosidad igual que la isla, la cual visité hace siete años. También me fascinó ese lenguaje propio de los habitantes de la isla, denominado Silbo, que les servía a los antiguos habitantes para comunicarse desde las montañas, quizás debiera ser reconocido como patrimonio para la humanidad este lenguaje. También en el museo que visité tenían muchísima variedad de flora natural autóctona.
Besos son silbo en la distancia.
Hola Milagros,
El silvo gomero se sigue utilizando en la actualidad. En su momento ya publicaré un artículo sobre esa tradición única en el mundo.
Un abrazo
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